Más triste que un bolero: la historia de Jeremy, el caracol que no puede aparearse por ser zurdo
Es una triste historia que ha llamado la atención de la Universidad de Nottingham en donde incluso le están buscando pareja.
Más de alguno pensará que los fracasos amorosos solo le ocurre al ser humano. Pero esto no es así. En el mundo animal también hay desencuentros y tristes historias de amor que no tienen un final feliz.
Un ejemplo de ello es el caso de Jeremy, el caracol que no puede aparearse por ser zurdo. Seguramente se preguntarán qué tiene que ver que no sea diestro.
La verdad es que esto ha determinado el fracaso amoroso de Jeremy, debido a que los caracoles tienen los órganos sexuales en un lado y para Jeremy es imposible reproducirse con otros caracoles. Además, como el gen dominante es el diestro, el caso de Jeremy es uno en un millón.
Esto ha llamado la atención de la Universidad de Nottingham, donde quieren estudiar sus genes. Tan preocupados están por la relación amorosa de este caracol que la institución hizo un llamado para que el pobre Jeremy encuentre el amor. Para esto, le crearon una cuenta de Twitter para ver si en algún lugar está la media naranja de Jeremy.
El llamado surtió efecto, ya que los amantes de los caracoles le hicieron llegar a Angus Davison, profesor que lidera la investigación, dos ejemplares zurdos: Lefty, un ejemplar inglés de Ipswich y Tomeu, un caracol español.
Lamentablemente, esta reunión fue otro fracaso para Jeremy. “El triángulo amoroso de caracoles zurdos deja fuera a Jeremy”, tituló el diario La Vanguardia, no dejando espacio para la duda y confirmando que el pobre caracol no tiene suerte en el amor.
Al dejar a los tres caracoles, el español y el inglés decidieron dejar solo a Jeremy. Se reprodujeron y hasta ahora han nacido 170 crías de caracol de ambos.
Puede ser que en este momento el amor no esté llamando a la puerta de Jeremy, pero hay esperanza. Los caracoles suelen vivir muchos años, por lo que todos esperan que en algún momento llegue el caracol indicado para Jeremy.
Fotos: Universidad de Nottingham
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