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Lo bueno, lo malo y lo feo de las pestañas una a una

Por: Gery Boyardi
10 de Marzo de 2020
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¿Sí o no a esta tendencia?

No diré que todas, pero en mi caso, siempre, pero siempre, he soñado con tener pestañas frondosas y rizadas. Y no, por supuesto que la genética no me premió, pero tampoco es que lo esperara mucho… ¡con suerte tengo cejas!

Dicho esto, procederé a contarles cómo lo he hecho durante estos últimos años para cumplir mi cometido. Lo primero en esta búsqueda es sin duda la máscara de pestañas. He pasado por decenas de marcas y tipos: resistentes al agua, efecto pestañas postizas, máximo volumen y máximo largo son solo algunas de las opciones que he probado de momento.

A esto súmenle el encrespador… ¡uf qué maldito! Porque si lo usas mal, o no es de buena calidad, termina por arrancártelas todas… y ahí si es un martirio.  Algunas me aconsejaron la cuchara, pero la verdad nunca aprendí a usarla.

Después de esta travesía llegué al famoso lifting de pestañas con tinte. Y sí, es realmente bueno como se ve. Debo admitir que tenía bastante miedo de hacerlo porque había visto muchos casos de personas que resultaron con sus pestañas quemadas por químicos de dudosa procedencia, pero por lo mismo, me dediqué a buscar un lugar de confianza y buenos comentarios.

Si me preguntan por esta opción para mí es un sí rotundo, pues su efecto es duradero y ayuda bastante en la rutina de maquillaje.

 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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Y ahora pasemos a lo que trata esta columna: las pestañas una a una y mi experiencia con ellas. Llegué a esta técnica porque para mí el lifting no era suficiente. Quería tener la mirada de Kylie Jenner ahora y ¡ya!

Fue así como descubrí que hay muchos tipos de pestañas una a una: están las clásicas, efecto rimmel y volumen ruso, solo por nombrar algunos. Yo he probado con las clásicas y efecto rimmel y de estas me quedo con la segunda. Si realmente quieres tener una mirada wild, esta es la tuya. 

Lo bueno:

Abres los ojos e inmediatamente te sientes una Kardashian (o al menos así lo sentí yo). Si bien se siente la mirada un poco más “pesada” por el volumen de las pestañas luego te acostumbras.

Lo mejor de esto es levantarse y lucir como los filtros de Instagram ¡y sin necesidad de maquillarte mucho más! Yo usualmente acudo a esta técnica para eventos especiales donde sé que no tengo tiempo para arreglarme mucho, es por ello que las considero una real salvación.

Una de las cosas curiosas es que nadie queda indiferente cuando te las pones, pues realmente se ve un cambio. Al  menos con las “efecto rimmel”, porque si quieres algo más sutil las clásicas son ideales para ti.

 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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Lo feo:

Hay que cuidarlas ¡y bastante! Durante 24 horas no debes mojarlas directamente. Se recomienda que el agua de la ducha no llegue directo a las pestañas, ni tampoco nada oleoso como por ejemplo desmaquillantes o serums.

Aunque no lo quieras se van cayendo con el paso de los días. A medida que las vas “peinando” puede que una u otra se desprenda, por lo que debes ser muy cuidadosa al momento incluso de refregarte los ojos. Quieras o no llegará el momento en que te queden dos por ojo y querrás sacartelas tu misma ¡pero no lo hagas! Siempre es mejor que te las retire un profesional para evitar dañar tus pestañas naturales. 

Lo malo:

Necesita retoque cada 12-15 días. Para mí este es un punto negativo porque la inversión es bastante alta. Los precios fluctúan entre los 30 mil y 70 mil pesos solo por la postura inicial, luego el retoque baja un poco pero no tanto.

¿Te atreves? ¡Cuéntame tu experiencia!

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